miércoles, 19 de noviembre de 2008

¿Es necesario Guendulain?

La magnitud de la crisis y sus implicaciones en el sector inmobiliario han obligado, y van a seguir obligando, a la intervención pública. Quienes trabajamos en política debemos exigir a los Ejecutivos que sus actuaciones excepcionales, con dinero “de todos”, se realicen con criterios de rentabilidad y eficacia social; sin caer en aquello de “pan para hoy y hambre para mañana”.

Los casos concretos ilustran y visualizan mejor determinadas situaciones y actitudes, por lo que aquí, en Navarra, debemos hablar de Guendulain. Un proyecto que supone la creación de una nueva ciudad de 50.000 habitantes, en medio de la nada. Un proyecto que debemos volver a analizar a día de hoy. Porque el nuevo Consejero ha dado el visto bueno al impulso de los propietarios de Donapea para construir 4.500 viviendas; además, siguen sin resolverse los problemas de Echavacoiz, con capacidad para 8.000 viviendas previstas; y, por si fuera poco, la oferta inmobiliaria es muy superior a la demanda.

Improvisación frente a hechos ciertos
El año pasado, por estas fechas, los socialistas navarros argumentamos la necesidad de una moratoria (aplazamiento de la intervención prevista) sobre Guendulain. La respuesta del Gobierno de Navarra consistió en encargar un Plan Sectorial. Y recientemente, la Cámara de Comptos ha planteado (de forma exquisita, pero llamando al Gobierno a la “prudencia”) unas recomendaciones que ponen en evidencia que esta actuación del Ejecutivo fue totalmente improvisada. Pero, entre ambos momentos (la petición socialista de Moratoria y el informe de la Cámara), han pasado muchas cosas. Demasiadas.

Porque, en este intervalo, ha estallado una burbuja inmobiliaria que se decía inexistente; los demandantes de viviendas (que, alentados por los bancos, provocaron un alza de precios disparatada) han sido ahora declarados insolventes por los propios bancos que les prestaron el dinero. De una dura competencia entre los bancos para conseguir financiar a promotores y constructores, se ha pasado a la negativa a refinanciar los créditos concedidos. Los bancos, responsables en gran parte de la situación, en un escenario de restricción del gasto siguen generando ganancias, confirmando que seguimos pagando justos por pecadores...

Con este panorama, ¿qué sentido tiene mantener una carrera alocada para propiciar de forma simultánea nuevos desarrollos en la Comarca de Pamplona (Echavacoiz, Guendulain, Donapea, Valle de Egüés), que junto a los de Lezkairu y Arrosadía y los previstos en los planeamientos vigentes... tienen capacidad para duplicar la población actual de la Comarca? ¿Qué sentido tiene autorizar todo a la vez, requiriendo fuertes inversiones en urbanización previa, sin una demanda que lo sustente?

Necesidad de una visión de conjunto
A día de hoy, la mayor parte de estos suelos han sido ya comprados por promotores y constructores. Es de crédulos pensar en que éstos bajen los precios, por efecto de la libre competencia, ya que el precio que ellos pagaron por los suelos lo pensaban amortizar con vivienda libre, para las que hoy no hay demanda. Lógicamente, constructores y promotores empiezan a pedir, con insistencia y sin pudor, bajar los costos de urbanización e incrementar la edificabilidad.

En épocas de problemas, cada cual procura salvarse de la quema como puede, sin considerar las implicaciones de su actuación individual. Es la lógica de la iniciativa privada. Si les resulta necesario sacar adelante Guendulain, aunque se descompense el todo a cambio de una parte, se pedirá. ¿Se volverá a insistir en la falacia de la “Ciudad Compacta” (muy densa y con mucha altura), construida por partes pero dispersa en el territorio, con el derroche en infraestructuras y movilidad inherente a este modelo?

Y no sólo eso. Ante la crisis, los defensores de la desregulación piden lo hasta ayer impensable: ¡nada mas y nada menos que la regulación e intervención del sector público en el mercado! Quieren que el poder intervenga y regule... pero sólo para aportar fondos, para meter dinero de todos en bolsillos de unos pocos. ¿Qué se ha hecho con las fabulosas plusvalías obtenidas en épocas de bonanza? ¿ Debemos subvencionar los errores y/o ambiciones de algunos con el dinero de todos?

Por eso, ahora más que nunca, es necesaria la prudencia en el Gobierno, que tiene competencias y capacidad para la reorientación del sector inmobiliario, y que debe evaluar su incidencia en la ordenación y en el desarrollo urbano: dos aspectos que inciden de forma directa en el modo y calidad de vida de los ciudadanos de hoy y de mañana.

Todo esto, que denunciamos con detalle hace un año, y recibiendo la calificación de “oposición malintencionada y destructiva”, coincide con los argumentos de la Cámara de Comptos para recomendar al Gobierno “prudencia” en el posible desarrollo de Guenduláin. Así pues, en respuesta a la pregunta inicial, SÍ: es preciso reiterar la PETICIÓN DE UNA MORATORIA para las actuaciones en este territorio.