Reflexiones (en frío) del Congresillo

Hola a tod@s:

Os debo una disculpa por no haber escrito ayer domingo, pero la verdad es que el Congresillo del sábado merecía una reflexión más pausada. Fueron muchos los acontecimientos y también muchas las valoraciones y comentarios que ayer salían en la prensa y que, francamente, algunas me dolieron.

Respecto a lo ocurrido antes del Congresillo, vuelvo a explicar que quien quiera ponerme a jugar a “las cuotas” y al “qué hay de lo mío” no lo va a conseguir. Y creo que la mayoría de los compañeros de partido están en esa misma línea de pensamiento. La división se supera, insisto, con la integración de ideas a través del debate, no con la integración de números o, como dicen algunos, “de indios”. No me encontraréis nunca en determinados cambalaches. Además, creo que hay operaciones que son de índole estrictamente personal, no en representación de nadie; pero, insisto, es una percepción que tengo.

Una sola lista, sí; pero, ¿representantiva?
Después de que la dirección no aceptara la lista de coherencia que sugerí la semana pasada, se llegó a una lista que, en mi opinión, no representa del todo lo que es este partido. Y quien la encabeza debería explicar cuál es su papel ahí: si no pertenece a la dirección, no es alcalde ni ha presentado una sola enmienda, ni tan siquiera tomó la palabra en el debate de gestión de los órganos federales.... ¿por qué desea tanto ir al Congreso Federal? ¿Qué aportará en él?

Esa lista contó con el 72% de los votos emitidos (un 58% del total de delegados con derecho a voto, porque faltó mucha gente quizá decepcionada por algunos “apaños”), y entre ellos, el mío. Lo dije y lo pedí: por unidad, aunque no nos guste, la lista tiene que ir a Madrid con el mayor respaldo posible.

Lamento que el compañero José Luis Úriz no pueda ir a Madrid a defender sus casi 30 enmiendas. Tenía todo el derecho a hacerlo. El otro gran aportador de enmiendas, Juan Moscoso, sí estará. Espero que José Luis haya entendido mi posición.

Conclusiones
Lo que más me duele es que algunos compañeros me hayan acusado de mentirosa. No he podido decir ni más alto ni más claro lo que iba a hacer de cara al Congresillo. Lo he explicado con luz y taquígrafos, dentro y fuera, e incluso mareando un poco más de la cuenta entre todos a los medios de comunicación. No soy yo quien ha ocultado información para asegurarse algo en una lista.

Del Congresillo saco una ratificación. La ratificación de que todo eso que deseo cambiar, esos modos y esas formas (los de la mentira, los de las cuotas, los del reparto de poder) son los que realmente desangran por dentro al partido. Y un partido desangrado no convence a nadie fuera. Hay quien dice buscar la unidad repitiendo (y el Congresillo ha sido una prueba) esos errores que creo debemos empezar a erradicar. El socialismo navarro ha de estar por encima de todo lo mencionado. Y va a estarlo. Coincido sólo en una cosa con el compañero Roberto Jiménez: en que “el cambio es imparable”. Pero EL CAMBIO DE VERDAD, no uno de boquilla y eslógan.